Consciencia, productividad y control: la magia de las rutinas y los rituales

by | Ago 27, 2024 | Blog | 0 comments

Debo confesar que pasé los primeros “treinta y tantos” años de mi vida sin mucha consciencia, productividad o control (¡mucho menos todas juntas!). A pesar de recibir una buena educación y tener todo el apoyo de mis padres, viví casi toda mi vida adulta “a la deriva”. Fluyendo. No podría decir que fue necesariamente malo… sino, más bien, …mediocre.

Quizás no es justo decir esto, porque sí he tenido muchos logros en mi vida. Pero también honro a la perfeccionista en mí, que le gustaría ser mejor y le es inevitable verme a mis casi 40 años, sintiendo que podría haber logrado tantísimo más con lo capaz que soy.

No fue sino hasta hace poco que he ido descubriendo el poder de tener objetivos claros, alineados con mi propósito (¡habiendo descubierto mi propósito!), con un plan de acción realista para poder alcanzarlos. Y, últimamente, escribo precisamente de las distintas herramientas que me han ayudado a ganar esta claridad. Hoy, no es distinto, y por eso quiero abrir la conversación para reflexionar sobre la magia que nace en los rituales y las rutinas del día a día.

Rutinas: la base de la productividad (consciente)

Para aclarar conceptos, parto definiendo que una rutina es una serie de acciones o comportamientos que se realizan de manera regular y automática, sin necesidad de mucho pensamiento consciente. Por ejemplo, por las mañanas, una rutina normal sería ir al baño al despertar, cepillarse los dientes, seguido de algo de ejercicio o estiramientos, un baño y un buen desayuno. Si todos los días hiciera lo mismo, en el mismo orden, lo podríamos llamar con seguridad una “rutina”.

Y sí, más de alguna vez me han dicho “¡Qué aburrido! Hacer todos los días lo mismo…” Pero, ¿sabías que las rutinas están diseñadas para que seamos más eficientes?

Resulta que al tener hábitos y rutinas (en los hábitos profundizaré en una siguiente oportunidad), le estás permitiendo a tu cerebro descansar. Le estás ahorrando energía mental y tiempo a tu cerebro, ya que no necesitas decidir conscientemente cómo o cuándo hacer lo que sea que quieres hacer, ni tienes la necesidad recurrente de planificar y pensar en cada paso para ello. Esto evita llegar a sufrir ‘fatiga de decisión’, que de acuerdo con la American Medical Association

“la fatiga de las decisiones se produce cuando tenemos que tomar muchas decisiones constantemente, lo que lleva a que nos sintamos abrumados, ansiosos y con estrés descontrolado.”

El tener hábitos y rutinas nos permiten automatizar ciertas tareas y comportamientos, y para no pensar que es aburrido hacer todos los días lo mismo, es importante que las rutinas que elijamos nos hagan sentido y nos den felicidad 🙂

Es por esto que me gustaría introducir el concepto de ‘productividad consciente’.

Productividad Consciente

Para mí, ser productivo de manera consciente significa elegir de manera inteligente dónde pongo mi energía, que por supuesto tiene que estar alineada con mis valores, mis objetivos y mi propósito de vida.

Existen varios artículos que ya hablan de este concepto. Algunos incluso hacen algunas sugerencias como incluir descansos, practicar meditación, hacer ejercicio, tomar suficiente agua, tener una buena alimentación y un sueño reponedor por las noches.

Sin duda, todas éstas son importantes y nos dan bienestar cuando las tenemos integradas en nuestras rutinas. Pero para mí también hay otros 2 factores importantísimos que están conectados, y no suelen aparecer en estas listas: conocer nuestras limitaciones y nuestro contexto.

Por un lado, conocer cuáles son nuestras limitaciones puede ser una herramienta muy poderosa. Y cuando hablo de limitaciones, hablo desde lo físico y emocional, hasta lo cognitivo y lo social (más todo lo que pueda haber entre medio).

Algo de lo que me he hecho consciente últimamente es saber cuándo se han agotado mis reservas de energía, poniendo atención a las señales de mi cuerpo. Ya sea que tengo sueño y me pongo malhumorada, o que tenga hambre y me duela el estómago. Y poder reconocer esto es tan importante como saber cómo volver a llenar dichas reservas. Que a veces se puede complejizar cuando mi falta de energía se debe a una conversación difícil con un ser querido, o enfrentarme a un fracaso en lo laboral.

Y, por otro lado, aunque parte de lo mismo, es entender nuestro contexto. Si soy consciente de mis limitaciones y soy capaz de adaptarme a mi contexto, es seguramente una receta para el éxito. Entender ambas nos permite tomar mejores decisiones, ya que entendiendo de qué soy capaz, qué puedo aportar y en qué medida, es que me puedo comprometer a mis circunstancias y exigencias externas, sin llegar al burnout.

En mi caso, tuve una fuerte lucha con el tema del tiempo y cómo hacer para meter más cosas en mi agenda. Y es probablemente por esto que empecé a profundizar en temas de productividad, sin saber que me ayudaría a vivir mi vida de forma distinta.

La verdad es que nuestro tiempo es finito y no podemos hacerlo todo, sin importar cuántos libros de gestión del tiempo y productividad nos leamos. Para poder ser productiva conscientemente, utilizo herramientas de priorización, sistematización y otras que me ayudan a cuidarme, para no atiborrar mi agenda y ocuparme de lo que realmente es importante… aunque si le preguntaran a mi marido, probablemente les diga que aún sufro un poco con este problema 🤫

Ahora, hablando de consciencia en las rutinas, también hay otra forma…

Rituales: espacios de bienestar y renovación

Un ritual, por otro lado, es una acción o conjunto de acciones que se realizan con un propósito y una intención específicos, muchas veces cargados de significado emocional o simbólico. Personalmente, lo que me gusta de los rituales, es que me conectan con el presente; me hacen ser más consciente de mis decisiones. Y me permiten conectar con el valor de ser consecuente con mis acciones.

Por lo mismo, los rituales suelen implicar un mayor grado de atención y reflexión, lo que no necesariamente hace que sean ahorradores de energía y tiempo. Pero dependiendo de cómo los hagamos, pueden llegar a ser una gran fuente de energía para llenar las reservas.

Existen ‘de varias formas y colores’. Normalmente, yo los uso para marcar transiciones importantes (un cambio de ciclo, por ejemplo), establecer un estado mental particular, o conectar con un sentido más profundo de propósito. Y por estas mismas características es que, muchas veces, los rituales pueden ser una celebración en sí.

Otras veces, tenemos en nuestras rutinas algunas actividades que no disfrutamos tanto… Y para esto, es que ocupo los rituales como una herramienta para acercarme a mis objetivos y a mi propósito. Por ejemplo, en mi caso, no disfruto tanto hacer ejercicio, pero sé lo importante que es para tener una vejez digna y una forma de alejarme del malestar.

Entonces lo que hago, es convertir ciertas rutinas en rituales para hacerlas más disfrutables. Si las realizo con la intención de conectarme con lo que es importante para mí, dejan de ser una obligación rutinaria para pasar a ser un momento significativo, en el que gano algo más que lo práctico.

Siguiendo con el mismo ejemplo personal del ejercicio, poner mi canción movida favorita mientras disfruto el olor a ropa limpia y cómoda mientras me visto para hacer ejercicio, además de una botella con agua con algún sabor natural como pepino, romero o limón, tiene un poder casi mágico. Sin duda es un ritual que me ayuda a enfocarme y alinearme con el propósito de la actividad, haciéndome disfrutarla, aún cuando normalmente no lo haría.

Y lo que sucede es que muchas veces sólo nos ocupamos de generar rutinas para cumplir con todo lo que tenemos que hacer (incluso si no nos gusta), dejando fuera la fuente infinita de energía y motivación que podrían brindarnos los rituales.

Entonces, me gustaría abrir una reflexión: ¿cómo te quieres sentir mientras haces tus rutinas? Las disfrutas, estás presente, te dan paz, tranquilidad, energía, confianza, salud, te hacen compartir con otros… lo que sea. Si hay elementos en tu rutina que no te motivan, ¿de qué manera podrías transformar una tarea rutinaria en un ritual que te brinde mayor satisfacción?

Si necesitas un poco de ayuda para empezar a integrar más rituales en tu rutina, aquí te dejo un paso a paso para hacerlo.

  1. Primero, establece una intención. Pregúntate, ¿cómo te quieres sentir mientras haces una actividad en particular? ¿Qué deseas que signifique esta actividad para ti? ¿Qué ganancia quieres obtener al terminar esa serie de acciones? ¿Cuál es tu propósito profundo al realizar estas actividades? Tener una intención tiene una repercusión tanto a nivel físico, como mental, emocional y espiritual. No haces esa actividad sólo “porque tienes que hacerlo”, sino porque así ganas más.
  2. Luego, selecciona tus herramientas. Usa palabras, frases, mantras, oraciones, imágenes, aromas, texturas, etc. Lo que te haga más sentido. Busca lo que a ti te conecta con esa intención, y qué cosas adicionales pueden contribuir a que te sientas como te quieres sentir. ¡No temas atreverte a probar cosas nuevas! No puedes saber si algo no te gusta hasta que lo hayas probado.
  3. Decide si lo vas a hacer sólo o con otros. El hacer rituales con otros, fortalece las relaciones, y también tu sentido de compromiso con la actividad.
  4. Baja el ritmo y centra tu atención en la actividad. Pon atención a cada paso. Si te distraes, re-dirígela a lo que estás haciendo. Conecta con tus cinco sentidos y pon atención a cómo te sientes. Cuando nos volvemos más conscientes, disfrutamos más o nos damos cuenta que lo tenemos que dejar de hacer porque no nos hace bien, no nos gusta o no es tan importante.
  5. Ponlo en práctica a diario y observa qué pasa. Modifícalo las veces que sea necesario para lograr el ritual perfecto para ti.

Personalmente, uno de los rituales que más me costó dominar, pero que a su vez es el que mayores repercusiones positivas ha generado en mi vida, es mi ritual antes de dormir.

Si bien, yo nunca he sido una persona que funcione mejor de noche, igual terminaba durmiéndome después de medianoche. Esto hacía que las mañanas fueran más lentas y difíciles de partir, y que los días se me hicieran eternos, llegando sin energía y malgenio al final del día.

Sobre todo los últimos años trabajando desde casa, me costó mucho marcar un cierre a mi jornada de trabajo. Hacía cosas de la casa en horario laboral y terminaba pendientes del trabajo antes de irme a dormir. O a veces, simplemente viendo una serie, las redes sociales o conversando con mi esposo.

Tener una rutina de noche no sólo permitió que mis mañanas fueran mejores y más fáciles, me dió una estructura que me permitió explotar mi productividad consciente, trayendo más bienestar a mis días. Si quieres saber cómo lo hice o quisieras un acompañamiento para generar tus rutinas, escríbeme un mensaje por interno, ¡no pierdes nada!

Ya para ir cerrando esta reflexión, te dejo un resumen para poder ver con claridad la diferencia entre rutinas y rituales:

La rutina:

  • Se centra en la eficiencia y la repetición, y muchas veces se realiza de manera automática.
  • Nos ayuda a crear estructura y consistencia en el día a día.
  • Podemos asociar fácilmente algunos hábitos a nuestras rutinas.
  • Tiende a ser fija y establecida, orientada a la productividad.
  • Una buena rutina, nos hace sentido y nos da felicidad.

El ritual:

  • Está cargado de intención y significado, realizado con plena conciencia y enfoque en el presente.
  • Contribuye a crear un estado emocional y mental particular, muchas veces ligado a la reflexión o la conexión interna.
  • Puede ser más flexible y adaptado a las necesidades emocionales o espirituales del momento.

Y tú, ¿cómo vives tus rutinas y rituales? ¿Cuáles son tus favoritos? ¿Hay alguno que te cueste en particular? ¿Qué emociones y sensaciones positivas te producen tus rutinas y rituales?

¡Sigamos la conversación en los comentarios de esta publicación!

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